Debemos reconocer que las oportunidades profesionales, en la mayoría de
los ámbitos, se le brindan más a los hombres que a las mujeres, ¿cuántas veces
hemos escuchado que NO está bien que una niña o mujer desee dedicarse a cierta
profesión u oficio porque la actividad no es propia de las mujeres? Hoy en día,
en pleno siglo XXI, seguimos escuchándolo, y aunque menos, muchas hemos dejado
que las oportunidades pasen por miedo a la crítica, al juicio público, o
incluso familiar.
En la música no es muy diferente. Adentrarse en la historia de la música
es también visibilizar el importante pero desatendido papel que las mujeres han
tenido en ella. Podemos apuntar que en la historia se han documentado pocas
compositoras, en comparación con los grandes compositores de la música,
independientemente del género o la época, (clásica, barroca, religiosa, jazz,
pop, rock, etc.). Son pocas, porque muchas de ellas no contaron con un registro
documental de sus obras. Por ejemplo, la mayoría de los archivos más antiguos
son de obras masculinas con fines religiosos, y poco se sabe de aquellas otras
que nunca fueron tocadas, escuchadas, o montadas por las grandes orquestas.
Muchas que no tuvieron cabida en carteleras o agrupaciones, mucho menos, en solitario,
y aquellas que fueron robadas y despojadas de su obra sólo por ser mujeres. Alegaban
muchos que ellas copiaban sus composiciones o las robaban a sus padres músicos,
o maridos. Cuando la mayoría de las veces el caso era contrario.
Hablar sobre esto es sólo un peldaño para abordar la importancia de la
mujer en la industria musical, y la segregación laboral en el ámbito de la
música que, aún en el nuevo siglo se ve muy marcada. Según las estadísticas, la
industria musical se compone del 70% de hombres y el 30% de mujeres; entre
instrumentistas, compositores, cantantes, productores, técnicos, y demás
profesiones y oficios dentro de la industria, según la ONG “Women in Music”.
A nivel musicológico, ahora, se están llevando a cabo más encuentros
entre mujeres de la industria, lo que facilita la exposición de problemas y
resoluciones. Debemos conversar, reflexionar y proponer entre mujeres sobre las
problemáticas que ahondan en esta profesión, en cada contexto y en cada ciudad.
Es de suma importancia visibilizar las constantes y las divergencias entre cada
una de las situaciones de cada región.
En los últimos cinco años, yo he conocido a más mujeres en la industria
musical que en toda mi vida, y he podido darme cuenta del valioso trabajo que
cada una invierte en sus proyectos, que hemos buscado la forma de autosustentar
nosotras nuestros proyectos con tal de tener un producto musical de calidad, que
muchas hemos dejado atrás la búsqueda de un productor, y somos nosotras quienes
nos producimos. Noto que se han dejado atrás las bandas, y ahora las mujeres se
convierten en multi instrumentistas, que buscamos medios donde nuestra música
sea lo que vale, no la apariencia. Esto, entre muchas otras cosas, que hacen ver
el cansancio y el hartazgo de nuestra parte. Estamos hartas del mansplaining,
de que nos digan cómo tocar, o hasta lo que tenemos que escuchar para volvernos
guitarristas, bateristas, bajistas, o “músicas de verdad”. Es un duelo entre la
música y el constructo social afuera que siempre reprime lo que incomoda, y acá
lo vemos disfrazado de “lo que la industria pide”.
SOLAS NO TAN SOLAS:
Hace algunos años, de 2017 a 2019, pudimos participar en conciertos con
nuestros nuevos, en ese momento, proyectos solistas. Recuerdo un concierto en
especial en el que tocamos Agnés Hélène y yo, que fue el inicio de una unión
muy especial entre nosotras. Habíamos compartido antes en el escenario con los
proyectos en los que cada una cantaba: Bluesapiens y Lava de Hawaii; pero esta
vez nos iniciábamos, las dos, en el mundo de las solistas. No tener banda era
todo un reto. Ella, con su hermosa voz, mensajes en español y algunos en su
lengua natal, el francés, un teclado, un loop station, y su trompeta. Y
yo también, mi guitarra y mi voz.
Previo al show, las dos hablamos de esta nueva sensación, de estar solas
en el escenario, sabiendo que todo lo que sonaba (o no sonaba) dependía de
nosotras, únicamente de nuestra preparación. Es un arma de doble filo,
decíamos, pues si bien da la libertad de ir adonde quieras o puedas, también te
limita a seguir dentro de lo planeado, aunque a veces haya que improvisar. Agnés
cerró el show agradeciendo a todos “por acompañarnos esta noche en un concierto
donde tocamos “Solas, pero no tan solas”. Esta frase hizo que mi cabeza
volara por días, semanas, meses, y que aun persista una nébula hermosa y muchas
fantasías al respecto en mi memoria.
Y es que así es, y aunque él público no lo viera, nos acompañamos siempre,
estando una detrás o adelante de la otra. Mientras una tocaba, la otra cuidaba
que todo se mantuviera en orden, que sonara lo mejor posible, que todo se
comprendiera y el público pudiera apreciar lo que queríamos mostrar, cada
quien, con su mensaje. Y así comenzamos algo nuevo. Una nueva forma de hacer
música. Un vehículo que nos llevó a lugares donde nuestra música no había
sonado antes, más de un par de ciudades fuera de nuestra cuna, y entonces SOLAS
NO TAN SOLAS se volvió una realidad, además de una forma de unirnos, a
nosotras, pero a más mujeres que aunque también estaban solas, ya no lo
estarían. Así fue que Amanda Alafita y Alejandra Paniagua se unieron a este proyecto,
en el que podíamos hablar sobre toda la falta que nos hacía esa confianza y
empatía, el sentirnos acompañadas, comprendidas y escuchadas. No por que antes
no sintiéramos comprensión o acompañamiento, sino porque comunicarnos entre
mujeres era más fácil, llegar a acuerdos, proponer nuestras ideas, delegar
responsabilidades, etc. Nos dimos cuenta de que éste era un ejercicio que pocas
veces habíamos practicado en el aspecto musical.
Y es que una se acostumbra más a colaborar en ambientes masculinos porque
la vida misma te exige adaptarte a ellos. Por eso, hasta hace unos años, para mí
no eran importantes las cifras, los actos sexistas, pues son tan comunes que te
vuelves parte, peor, ya no los notas, o simplemente los ignoras para no tener
problemas. Yo había colaborado en proyectos, predominantemente masculinos, y
aunque los hombres, algunos se den cuenta, siempre terminarán defendiendo a
capa y espada su posición. Con las mujeres músicas mi relación era poca,
proporcionalmente hablando, y aunque por fortuna he podido colaborar directa o
indirectamente con mujeres a las que conozco personalmente, la razón es que
somos muy pocas. Por eso buscamos e ideamos formas para meternos hasta adentro,
porque la capacidad de una mujer en el medio musical es tan valiosa como la de
un hombre.
Y aunque no estábamos acostumbradas a colaborar entre nosotras, a partir
de hace algunos años, lo pude ver desde mi propio escenario, en el cual, el 97%
de las veces compartí con hombres y el otro 3% con mujeres. Son esas mujeres
que tocan, que cantan, que cargan equipo, que sonorizan las que permanecido en
mi memoria y en los proyectos que desde hace poco tiempo trato de llevar a
cabo. Porque son esas mujeres, que solo era una pequeña comunidad de chicas, en
una ciudad también pequeña, que tenían puesta la atención en sus propios
proyectos, su propia música y que poco a poco se organizaban entre sí, o nos
organizábamos, para cumplir metas, juntas y separadas. Así nos fuimos
encontrando grandes músicas en todas las ciudades, que cantaban su sentir, que
se expresaban con melodía y palabras, que nos tendían la mano, que nos ofrecían
su espacio o un techo para dormir, que se ponían como red ante una caída, que
animaban a otras a tocar también y a llevar la rienda de sus proyectos, que
apoyan yendo a los shows de otras, que comparten su música y la de otros, y que
al final esa es la unión importante y necesaria en la música.
“Solas no tan solas” inició como un colectivo de compositoras, guiadas
por la búsqueda de nuevas maneras personales para hacer música. Todas y cada
una de nosotras nos hemos acompañado también en la distancia, y sabemos que,
como nosotras, existen más en cada ciudad: mujeres que se organizan, que se
apoyan, unidas por la música, a pesar de de la inactividad en el escenario. Así,
concluimos que es fundamental buscar y encontrarnos aliadas, no solo en la
música, sino en otras disciplinas. Porque entendemos la importancia, sabemos
que la música es la fuerza que une los elementos, y aunque no todos los elementos
suenan, todos y cada uno son parte de una creación conjunta, de una idea que
surge de una primera nota, hasta el momento en que el público escucha el
resultado.
Ha sido gracias a la música que nos conocimos y encontramos. Somos
mujeres que buscan hacer una red en conjunto desde nuestras propias disciplinas.
Ya sea como ilustradoras, fotógrafas, videastas, productoras, ingenieras de
audio, técnicas de escenario, community managers, managers, bookers, etcétera, siempre
es una aportación y retroalimentación. Por eso, esto también es un llamado a
todas, seamos músicas, productoras o lo que sea, a quienes trabajen y no solo
en el ámbito musical, a hacer comunidad, a organizarnos, a seguir haciendo música
y seguir haciendo arte.
Así aprovecho este medio, para compartir también el trabajo de algunas
mujeres que tuve el gusto de conocer personalmente por la música: mujeres que se
han hecho sonar, mujeres que también, como todas nosotras, son parte de
#SOLASNOTANSOLAS:
Agnés Hélène (Francia/Xalapa)
Alejandra Paniagua (Xalapa)
Amanda Alafita (Xalapa)
Karina Galicia (Puebla)
Carla Rivarola (CdMx)
Coyolicatzin (Oaxaca)
https://www.youtube.com/watch?v=APStNdT45PA
Geo Equihua (CdMx)
https://open.spotify.com/artist/4YDMCfgqZlhlrBpuoCPI5h
Sonora Palencia (Baja California)
Katterinne Yissel
Fuentes:
Laura Quiñones – https://news.un.org/es/story/2019/02/1450871
Lola Huete Machado – https://elpais.com/elpais/2020/01/17/africa_no_es_un_pais/1579261991_897616.html
Bolaño, M. (2015). Los sesgos de género a través del currículum oculto
de educación musical. RES, Revista de Educación Social, 21, 300- 314.
Miscelánea. Universidad de Santiago de Compostela.